Las berenjenas
de mediterránea ternura,
caricia casi humana,
han declarado
que el reino de los vegetales,
generoso en alegría,
quiere estadios para bailar.
Anuncian orgías con el aceite,
sabrosos murmullos de puerros,
hervideros de zanahorias.
Los pepinos, los tomates,
aquella cebolla fresca
junto con el vinagre crepúsculo
llevan pancartas donde se lee:
¡Qué bonita es la Tierra!