Y me despierto soñando con tu piel
viviendo lo más cerca de mi destino.
Recorremos canales de aguas
primaverales,
ciudades que todas son nuestras
y besos que saben a fresco.
Veo las vías
que nos llevan y nos recogen
como la intuición de las adivinanzas,
murallas de civilizaciones
que hemos tenido demasiado en cuenta.
Y tu cuerpo que roza el mío,
herido por la violencia de las imágenes
heredadas,
viaja por los arrecifes,
por los campos del desorden,
por la alegría de lo que alivia,
con la elegancia de una dandesa
con la boca llena de leyes
donde crecen granadas y rosas.
Y te beso a ti
que me has traído de todas las huidas,
que, de nuevo, me llevas
a la ciudad.