Dolores Canosa está muy enfadada
conmigo, dice que le robé las cucharillas de plata la tarde en que me invitó a
tomar café. Tengo que decir en mi defensa que yo no tengo las dichosas
cucharillas y que todo el mundo sabe que la gran Dolores es una desconfiada. Le
propuse que nos fuéramos a tejer al patio de mi amiga Virginia, ahora se lleva
mucho eso, creo que lo llaman Knitting o algo así. Bueno, pues me respondió que
eso lo hacia ella hacía veinte años. “Como todo”, le respondí, “entre las de tu
generación, que sois unas pioneras, y la nueva generación que acaba de
descubrir el Mediterráneo o agita el móvil como si fuera una coctelera por lo
de la leche del wechat estamos apañadas. Digo yo que entre el resentimiento y
la novedad habrá un lugar para nosotras, las que nos quedamos en medio y además
somos lesbianas.”
“Ya
estás otra vez con lo del lesbianismo”, me respondió ella. Ella que me preguntó
hace poco que quién llevaba los pantalones en mi casa, ¡qué tontería! Es que se le olvida quién soy y cada vez que
se le olvida me hace invisible, y yo no puedo ir a ningún sitio donde me traten
como invisible. Para que no me enfadara me preguntó cómo llevaba mi nuevo libro
de poesías, cree que no la conozco ni me doy cuenta de sus estrategias. ¿Hasta
cuándo va a durar esta locura de la deconstrucción? Yo creo que la culpa de
todo la tiene Ferran Adrià y esa comida que hace tan chiquitilla, como para
muñecas, porque a Derrida no lo ha leído tanta gente.
Bueno, le dije que mi nuevo libro
titulado deseo lo llevo muy bien, y es que soy
una profesional, una poetiZa de arte mayor. Y me fui, me
fui con viento fresco al patio de mi amiga Virginia, el Patio Vesubio, a
tomarme un thé con ella para celebrar mi cumpleaños y allí, entre otras, estaba
Karina Von Vaster, fotógrafa de halos emocionales y creadoras de collages
alegres, ella fue la que me hizo esta portada para el Capítulo 9 de La Reina de la Morralla, titulado “Locura”.
Fue mientras estaba allí que me
telefoneó Dolores diciéndome lo de las cucharillas. “Pero, ¿qué se ha creído
esta mujer?”, pensé. El caso es que le dije que se equivocaba conmigo y
entonces se echó a llorar y me dijo que esa cubertería es una herencia de
familia. Le colgué indignada y tuve que tomarme diez chupitos de thé de
jengibre. Mientras bebía pensaba en las contradicciones de la vida, en cómo
estampé mi firma para que a la gran musicóloga Dolores Canosa le diesen el
Príncipe de Asturias. Y que conste que lo seguiría haciendo, que se lo merece.
Y pensé también en el desprecio de las clases altas, en los malos sentimientos
que nos hieren, en la cobardía, en el miedo y en la ginefobia y en los hermosos
poemas que estoy escribiendo, dedicados todos a mi amada, para que se nos vea. También
me di cuenta de que la pobre Dolores Canosa tenía ya una edad, que había
luchado mucho en esta vida y que la estaba juzgando severamente.
La llamé, le dije que yo no tenía las cucharillas y ella me contestó que
no sabía de lo que le hablaba, descubrí sus lagunas de memoria, su temblor en
la voz y su sentido del ritmo que siempre ha llevado con ella como si fuera un
estandarte, me cantó una nana y me dijo que me esperaba, que no volviera
demasiado tarde a casa. Esta vez fui yo la emocionada, comprendí entonces el
inmenso dolor que hay en el olvido y las trampas de la vejez. Desde aquí, desde
esta tribuna pública quiero proponer a Dolores Canosa como candidata al Nobel
de Música, no sé si existe esa categoría, pero desde luego ella merece ese
galardón, es una gran compositora. Nanainoní, nanainoná.
Después me eché unas risas con Virginia y Karina Von Vaster, la autora de
la portada de este capítulo, mientras tejíamos una bufanda (yo sólo sé hacer
bufandas, a un jersey no llego ni de coña) para regalársela a Dolores para que no pase
frío cuando vaya a Estocolmo. También, muy modernas nosotras y sin faltas de
ortografía, lanzamos al espacio un hashtag: #doloresnoesdesconfiada. Queríamos
limpiar su mala fama provocada por lecturas adversas y perspectivas perversas; vaya,
escribir nuestra pequeña historia en el espacio público de Internet para que
quede claro y haya constancia. No sé si lograremos ser trending topics. No sé
si las jóvenes nos apoyarán en nuestra empreSA o piensan, tal vez, que estamos
perdiendo la cabeZA.
En fin, el
próximo domingo comienza el Capítulo 9 de La
Reina de la Morralla titulado “Locura”