Dicen que Flaubert pasaba todas sus
obras por la prueba de la garganta, es decir, las leía en voz alta para
comprobar el sentido rítmico de su prosa. La verdad es que el francés es tan
musical que no hay que esforzarse mucho para construir una buena frase.
Pues bien, yo paso mis escritos por
la prueba de la risa. ¿En qué consiste? Muy fácil, una vez que he acabado la
novela se la doy a leer a la persona que más amo. Mientras ella lee yo hago
cosas normales: me pongo a limpiar, bajo la basura, andorreo por la casa
ordenando los enseres o escucho música sin palabras. Todo esto lo hago después
del esfuerzo y la gran tensión que supone estar metida en un proyecto de
envergadura como es escribir un libro.
Tengo
que añadir que mientras escribo también hago esas tareas, soy una mujer, no lo
olviden, y además no quiero perder el sentido de la realidad, para ello no hay nada
mejor que fregar los platos diariamente, se lo aconsejo a todos los profesionales
de las artes y las letras. Mientras mi obra supera la prueba de la risa hago esas tareas con exclusividad y los lápices permanecen quietos.
En
el salón, mi lectora preferida lee sin parar. Yo desde la cocina escucho su
silencio, la escucho leer. Pero cuando verdaderamente estoy segura de que he
acertado, de que he conseguido lo que quería es cuando la escucho reír.
Entonces me digo a mí misma: prueba superada.
La
risa que yo busco no es la que descubre Bergson en su famoso ensayo, no es ese
reírse del otro, es una risa limpia, inteligente, sin prejuicio, llena de
ternura. No se pueden imaginar ustedes lo feliz que soy cuando oigo esa risa,
es como si cayera lluvia sobre el desierto. Por eso defiendo el sentido del humor, me
parece la forma más revolucionaria y generosa de convivir, y si quiero ser una
buena escritora tengo que procurar bienestar, por lo menos eso es lo que pienso
mientras mi pluma recorre los cuadernos de hojas color crema. En eso y en mi
pequeño lema: Gratitud, alegría, sencillez.
Consejillo : Ver la película Zelig de Woody Allen.
Ver la película Ridicule de Patrice Leconte.
Consejillo: Ríete
de ti mismo. Sonreír también es una gimnasia, si la practicas a diario se te
quedará la costumbre. Ríete de ti misma.
Consejillo:
Lee cualquier libro de Isabel Franc, también conocida como Lola Vanguardia, son
estupendos: Con pedigree, La mansión de
las tríbadas, Plumas de doble filo, Elogio del Happy End, No me llames cariño.